Tai Chi es el nombre incompleto de una de las artes marciales más populares y peor comprendidas en occidente.
Primero que nada, su nombre correcto es Tai-Chi-Chuan (o Taijiquan según las nuevas traducciones) y significa “boxeo último supremo”, “boxeo de la realidad última” o “puño último supremo”.
Como vemos ya desde su nombre hablamos de un arte marcial. Con lo cual, la idea de que el Tai-Chi-Chuan es sólo para personas de la tercera edad o para quienes no puedan tener una actividad física intensa, es de plano una idea errónea.
Y es una idea errónea porque es incompleta.
La práctica del Tai-Chi-Chuan reúne en una sola disciplina lo que necesitaríamos buscar en varias gimnasias o artes...y aun así hay beneficios que sólo este antiguo y poderoso arte puede darnos.
Pero claro, su práctica debe ser completa (recalcamos). El “tai-chi” que generalmente vemos es apenas una sombra de lo que realmente es, ya no sólo porque está mutilado de sus aspectos más críticos (que no seria lo más grave), sino porque se realiza mal.
La efectividad del Tai-Chi-Chuan depende de la correcta alineación de las articulaciones, sumado a un proceso mental muy específico y a una respiración correcta. Hemos visto realizar las secuencias moviéndose y respirando incorrectamente. Esto se debe a muchas causas: falta de formación o información de los docentes a cargo, masificación de las clases y otros factores no menos importantes como los económicos.
¿Porqué esto no sucede en otras artes marciales, al menos de forma tan evidente?
Es nuestra humilde oponión que ante todo el problema está en poner al Tai-Chi-Chuan en una área indefinida y confusa, que no se sabe si es una gimnasia o una danza exótica.
Esta desinformación priva a sus practicantes de elementos fudamentales...
Obviamente, sin estos elementos fundamentales, transformamos al Tai-Chi-Chuan en una simple calistenia, una gimnasia pintoresca pero totalmente vacía.
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