Escuela Tigre Blanco (Pai-Hu) de las artes marciales internas de Wudang




La Escuela Internacional Pai-Hu de artes marciales chinas internas, quiere daros la bienvenida a su blog oficial.
Os invitamos a conocer el apasionante mundo de las artes marciales internas o neijia.
Desde aquí os daremos a conocer los orígenes, principios técnicos, base filosófica y actividades de nuestra escuela.
Por otro lado, deseábamos generar la posibilidad de estrechar vínculos con diferentes escuelas o artistas marciales,
ya que, como aprendimos de nuestros maestros, sólo crecemos cuando nos relacionamos.
De modo que, tanto si sois unos apasionados practicantes, como si simplemente queréis
ampliar vuestros conocimientos
(o incrementar los nuestros) considerad esta, vuestra casa.

miércoles, 18 de junio de 2014

Una reflexión sobre la maestría





La maestría en las artes marciales es un tema poco comprendido.

Al contrario de lo que pasa con otras actividades humanas, en el que obtener un dominio destacado significa exactamente eso (en la física, las matemáticas, la literatura, la mecánica, o lo que sea), el “título” de maestro en las artes marciales parece que confiere a su poseedor una especie de don sobrenatural que lo eleva sobre el resto de los mortales.

Este pensamiento es- a mi humilde modo de entender- altamente nocivo, predispone a aquellos que se acercan al maestro en cuestión a tener una actitud sumisa y en algunos casos, servil.

Hay demasiado mito, quizás alimentado por películas de calidad dudosa, en las que el maestro es una especie de semidiós de quien incluso un simple estornudo tiene un significado místico.

Necesitamos aclarar que es cierto que las artes marciales conducen de alguna manera a lo que algunas corrientes filosóficas llaman la iluminación. Pero, sin lugar a dudas, no todos los maestros alcanzaron esta estatura espiritual.

La mayoría eran grandes guerreros o luchadores, pero sus vidas personales estaban llenas de debilidades humanas y dolencias absolutamente terrenales...

Incluso los hubo que, en vez de destacarse como luchadores, lo hicieron por haber creado el basamento teórico de su arte, lo que es una herencia invaluable.

Así que el no haber alcanzado los límites de la conciencia búdica no afecta ni afectará para nada el mérito de ningún maestro como transmisor, creador de una escuela, guardián de un estilo o gran teórico. Una cosa no quita la otra.

Es necesario comprender que en las artes marciales, la sabiduría mística no es condición indispensable para alcanzar la categoría de maestro.

Son cosas mucho más tangibles como destreza técnica, capacidad de innovación, aporte de nuevos elementos, investigación, desarrollo de nuevos aspectos, etc.

Resumiendo, puede decirse que un maestro es alguien que aporta prestigio a su escuela y que es reconocido por el arduo trabajo que ha realizado en ella. La iluminación no entra en la ecuación, porque, entre otras cosas, es algo individual y la docencia es una tarea eminentemente grupal.

El maestro es alguien que ha demostrado no vivir para sí, sino para su enseñanza, su escuela, su estilo y sus alumnos.

Pero en occidente, quizás por tener una vida espiritual bastante alejada de nuestra cotidianidad, nos empecinamos en revestir al maestro de características dignas de un personaje de la Marvel Comics.

Necesitamos de cierto exotismo que nos saque de nuestras vidas llenas de estrés y monotonía.

Otro elemento muy humano interviene también. La necesidad de delegarle la responsabilidad a otro. Eso lo hacemos a nivel religioso, político, emocional... no es más que la vieja necesidad humana de ceder nuestra voluntad a alguien o algo que nos diga a dónde tenemos que ir, estamos deseosos de ponernos sobre un raíl sobre el que dejarnos llevar y no usar la cabeza.

La facilidad con la que caemos en las redes del consumismo es otro gran ejemplo. Todo lo que sea seguir una corriente parece tener una gran capacidad de seducción.

Esto da origen a alumnos ciegos, sin capacidad de análisis, con la inteligencia de una fotocopiadora y maestros, que, generalmente, sólo son maestros en extraer el dinero de los bolsillos de sus discípulos, los que en gran medida tienen la responsabilidad de ser embaucados ya que es su falta de profundidad y su imperiosa necesidad de creer en la primer paparrucha que les pongan delante lo que se lo pone tan fácil... como si un condenado a la decapitación se dibujara una línea punteada en el cuello.

El tipo de alumno que yo jamás desearía.

Está claro que todos somos posibles víctimas de un “estafador marcial”, de hecho yo mismo he mordido el anzuelo más de una vez...pero luego de un tiempo prudencial uno escupe la carnada en cuanto se ve que las cosas se caen por su propio peso. Todo depende de la experiencia que tengamos y de la capacidad histriónica del falso maestro.

Yo siempre insto a mis amigos, alumnos y discípulos a que usen sus mejores armas: la deducción y el análisis. Una cosa es respetar las enseñanzas y al docente que esta colaborando en tu crecimiento como artista marcial. Otra es que uno ponga el cerebro en “stand by” y acepte todo lo que le echan.

Un artista marcial debe tener una mente rápida.

Se supone que se esta entrenando para superar situaciones límite donde en un segundo debe evaluar qué hacer o no, ya que de eso puede depender su integridad física o la de un ser querido. Así que siempre los estimulo a que busquen información, que contrasten por ahi... La discusión educada no sólo está permitida, es vista con buenos ojos.

Conocer otras escuelas, otras técnicas, otros docentes siempre enriquece.

Los grandes maestros de la antigua China compartían información mucho más de lo que hoy hacemos, en los que parece que unos temen que le roben alguna técnica secreta y eso favorezca económicamente a su rival.

Porque hoy, desgraciadamente, todo se mide por el vil metal.

Conozco varios casos de “maestros” que prohíben que sus alumnos entren en contacto con otras enseñanzas. Esta actitud sectaria es el envoltorio del temor a que su rebaño abra los ojos y quiera salir por patas al darse cuenta que los han estafado.

La enseñanza es como una linterna, se basa en iluminar, no en ocultar. Nadie se compraría una linterna que arroje sombras...

Claro que también están los maestros que sabiendo mucho no lo sueltan. Más sombras.

Cada vez que he detectado oscurantismo en algún sitio lo he abandonado sin siquiera mirar atrás.

En serio, si alguien se atreve a prohibiros crecer o los mantiene atados con la ilusión de un conocimiento que nunca llega, dadle con la puerta en las narices. Esas tácticas son de gente poco evolucionada.

Como director de una escuela, sólo puedo intervenir en algún caso disciplinario grave que afecte la tradición, el honor o el funcionamiento normal de la instutución que han puesto a mi cargo. No poseo autoridad sobre la vida personal de nadie de la misma forma que no permito que nadie la tenga sobre la mía.

No solo no os dejéis atrapar por los que no saben, tampoco por los que saben y no comparten. El saber no habilita para enseñar, de nada sirven los títulos y los linajes si el docente en cuestión carece de la pedagogía o lo que es peor, la generosidad necesaria.Enseñar es compartir y algunos no se sienten cómodos compartiéndolo todo.

Buscad antes alguien que os enseñe bien que alguien que esté atiborrado de un conocimiento que nunca llegará a vosotros.

En las artes marciales chinas, las relaciones son equiparadas a las familiares.

Sifu , en chino maestro, es “padre que enseña”, el maestro de tu maestro es tu abuelo, etc. Hay primos, sobrinos, hermanos mayores, menores...

Tu sifu no es quién más sabe en el mundo. Tu sifu es, por decirlo de alguna manera, quien te ha traído al mundo en cuanto al arte marcial.

Si bien a veces por respeto llamamos maestro a figuras destacadas de otras escuelas, lo cierto es que sólo estamos “obligados” (por decirlo de alguna manera) a llamar maestro, concretamente decir "mi maestro" a quien nos ha educado e impulsado de forma más decidida, es decir, a aquel que en nuestro corazón sabemos que nos ha dado más que nadie.

Cuando uno se transforma en discípulo significa que nuestro maestro se hace cargo especialmente de nuestro avance. Es un honor y una responsabilidad compartida. No es una relación simplemente institucional. O no debería. El verdadero trabajo del maestro es cuando consigue tener un discúpulo. Va más alla de saber muchas técnicas. El sifu navega dentro de su hijo marcial, como el jardinero que cuida de su planta más preciada, asumiendo la responsabilida de cortar aquí y agregar allá.

Si alguien piensa que es fácil, que lo intente.

Hay niveles en todo. La maestría no escapa a esta regla. Hay maestros y grandes maestros. Hay quienes dominan una parte del arte y los que dominan muchas áreas.

Pero lo cierto es que nadie puede abarcarlo todo ni saberlo todo.

En lo que a mi respecta no me gusta que se use la denominación a la ligera, pero tampoco temo llamarle a quien considero un profesional en su arte, maestro.

Me gustaría que dejase de ser una palabra casi maldita.

Creo que la maldición viene del uso para vanagloriarse.

Un verdadero maestro siempre siente una ligera incomodidad cuando lo llaman "sifu", porque en el fondo sabe todo lo que le falta por alcanzar.

A mi me gusta darle un uso afectivo. Como a mi difunto maestro al que nunca llamé maestro en vida, ni hacía falta, pero hoy me gustaría tenerlo para decírselo con todo el cariño del mundo, sin que significasen tronos ni glorias, simplemente un reconocimiento por haber estado a mi lado.

Hay una gran diferencia en donde impacta la palabra "sifu". Puede que a algunos les dé de lleno en el ego y a otros nos de en el corazón. Algunos oirán "eres la leche, lo mejor de lo mejor" y otros oiremos "mi mentor, mi compañero y mi amigo".

Se muy bien, que muchos excelentes docentes no quieren ni acercarse a esta denominación por humildad legítima y por que lamentablemente ha sido muy manoseada. Pero unos cuantos se la merecen.

Personalmente creo que la maestría es asignada por alguien distinto a ti, es un reconocimiento que llega por diversos motivos y que no se obtiene en un aula o un examen. Es un proceso de la naturaleza y no puede ser envasado ni mucho menos comercializado.

Un concepto erróneo es creer que la maestría es la llegada a la cima de la escalera, cuando la verdad es que es la puerta para empezar a experimentar el arte con toda serenidad y aprender aun más intensamente.

Huid de aquellos que quieran que los sigan para que los colméis de halagos y quedáos con aquellos que quieren contagiaros el amor por su arte.

Como dijo un gran maestro: "no me sigas, si me imitas fracasarás, sigue mis enseñanzas y triunfarás"

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